Cuando murió Tammy (una gata que tuve durante 18 años), pense que si adoptaba 2, 3, 4, gatos, el amor que había puesto solo en ella, se dividiría, con la fantasía de que el día que alguno faltase, la pérdida no iba a ser tan tremenda. Hoy se murió Violeta, y cómo duele. Fue el ser mas dulce y sensible que conocí en mi vida. Lo repito, porque Violeta era mi orgullo. Era todo amor, a cualquiera que se le acercara, cosa rara en los gatos, ella enseguida le refregaba la cabeza en la pera y esperaba una caricia a cambio. Ella era mi compañía. No porque las otras no lo sean, lo son, de hecho, ahora, que lloro tan profundamente a Violeta mientras trato de entender qué pasó, como pudo irse de mis brazos en 24 horas. Pero Viole era especial, Viole aparecía todo el tiempo pidiendo cariño, arriba de la mesa, arriba de la cama, se paraba en la puerta del baño y me lloraba para que la dejara entrar. Viole era amor. Nunca conocí un gato tan amoroso y demandante. Jamás, en los 3 años que compartimos, me hizo daño, ni siquiera sin querer. A ella le gustaban los mimos, le gustaba dormir entre nosotros, meterse adentro de la cama, que la besen y la abracen. Violeta era una mirada llena de bondad, una mirada que hablaba. Todavía tengo en los dedos la sensación de sus pelos largos, todos enredados. De su panza fofa, el olor de su cabecita, los besitos, que tanto disfrutaba, en los bigotes. Porque todavía estas acá Viole. Aun que te fuiste, aun que técnicamente no estás. Aun que desde hoy a las 17:15 partiste de este plano. Estas metida en mi alma. Sos un ser de luz. Nunca entendí esa frase hasta que te conocí a vos. Fuiste un ser especial.
Cómo llenar este agujero que dejaste en la presencia diaria, como no llorar la ausencia de esa compañía silenciosa que fuiste durante estos 3 años. Cómo hago. Mandame una señal, Viole. Se que sos un ángel, porque lo fuiste durante estos casi 4 años que estuvimos juntas. Pero decime ¿Cómo sigo ahora? Sin esos cabezazos, sin esos abrazos eternos que nos dábamos. Sin tus maullidos pidiendo que te abra la puerta del taller para sentarte en la mesa y verme coser.
No sufriste. Eso me consuela, pero ¿y ahora? Cómo seguimos nosotros sin vos.
Todavía siento tu olor, siento tu cuerpito abrazado al mío para que te pusieras bien, para que sanaras.
Solo me consuela saber que te amé, que te lo dije y que te agradecí por todo lo que me brindaste. Sin embargo tu ausencia deja un hueco muy dificil de llenar. Ojalá estés con Tammy corriendo por ahí, comiendo atún o jugando con algún papelito robado. Te amo, mi ratón hermoso. Estoy rota por dentro, pero quiero que sepas que te amo y que siempre pero siempre te voy a agradecer el amor que me diste, y voy a agradecerle al universo el hecho de haberte disfrutado casi hasta el último segundo.
Después de hoy, me doy cuenta de que estaba equivocada, el amor no se divide, se multiplica. Nos veremos otra vez.