7.1.15

Fe

Soy atea. No creo en nada, o mejor dicho, creo que no creo en nada, porque a veces me encuentro puteando a alguien que en teoría, y si soy atea, no existe. A veces me encuentro agradeciendole al Universo cosas, momentos, señales. A veces pienso que para la gente que cree, todo es mas fácil. Creer es lo complicado.
Y sí, cómo creer después de haber sufrido mucho. O después de haber sufrido poco. ¿Cómo creer después de haber visto tanto?

Ya lo dije en el post anterior. El año pasado fue un año revelador. Más allá de que tuvo muchas aristas que pueden leerse de diferentes maneras, lo revelado fui yo misma. Hubo algo que se rompió, o que se arregló, o simplemente, es el tiempo que decanta las cosas en el lugar y el momento indicado.
No creo en nada, soy atea. Creo que no creo, pero quisiera creer. Admiro a la gente que tiene fé. Admiro a la gente que ruega por milagros. Yo no puedo. Nunca pude. Seguramente, para esa gente apoyarse en esa fé hace que las cosas sean mas livianas. Que ese peso, del que hablaba en el post anterior, no recaiga necesariamente sobre sus hombros.
Anoche vi una película. No es una película buena, no la voy a recomendar por eso, pero es una película que me mantuvo enganchada hasta el final. No creo que haya sido por la película en sí, ni por las actuaciones magistrales, ni por la estética. Pero al final, resultó ser un caso real. La pelicula se llama 'El cielo sí existe'. Seguramente, la película llego en el momento indicado para mí.
Soy atea ¿ya lo dije, no? no creo en nada. Pero esta historia me dejó pensando si hace falta creer en un cielo, si hace falta creer en un Dios, o en cualquier otra cosa y si es así ¿por qué?
La fe sostiene a las personas.  Llamemosle Jesús, Alá, universo, Energía, Dios, o como quieran llamarle. El hecho es que, para quienes creen en algo, la cosas parecen pesar menos. Y tal vez, de eso se trata. Poner un poco de ese peso, que muchas veces es inevitable porque 'es la vida', en las manos de otro, o de algo, o en algo. A veces esta bueno dejar de pensar, y sentir que lo que sucede, sucede por que tiene que suceder, en el momento indicado.
Los duelos son una mierda, si hay algo que sé es eso. Las ausencias son inexplicables. Pero la peor ausencia es la de uno mismo. Cuando uno se desvanece atravesando esos duelos. Cuando uno cree que no puede creer ni en sí mismo. Yo lo viví. Yo no estuve. Creí estar, pero no. Hacerse cargo del dolor es algo mas profundo que seguir adelante como un autómata. Atravesarlo, también.

Soy atea, no creo en nada. Pero esta vez, creo en mí.



"El hecho de escribir sobre mi mismo me había obligado a contenerme, haciéndome invisible, impidiéndome encontrar lo que andaba buscando. Me hacía falta distanciarme, dar un paso atrás y crear un espacio entre mí mismo y el tema (que no era sino mi propia persona), así que volví al principio de la segunda parte y empecé a escribirla en tercera persona"

Paul Auster 'Invisible'
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“El tiempo acaba siempre borrando las heridas. El tiempo es una lluvia paciente y amarilla que apaga poco a poco los fuegos más violentos. Pero hay hogueras que arden bajo la tierra, grietas de la memoria tan secas y profundas que ni siquiera el diluvio de la muerte bastaría tal vez para borrarlas. Uno trata de acostumbrarse a convivir con ellas, amontona silencios y óxido encima del recuerdo y, cuando cree que ya todo lo ha olvidado, basta una simple carta, una fotografía, para que salte en mil pedazos la lámina del hielo del olvido”


Julio LLamazares, 'La lluvia Amarilla'

Seguime chango, seguime

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